«El agua y el poder» se unió a nuestra Biblioteca Mario Sanoja / Iraida Vargas

El libro “El agua y el poder” de Iraida Vargas y Mario Sanoja fue presentado en la 18ª Feria Internacional del Libro Venezuela. Plantea cómo las clases poderosas se fueron apropiando de la distribución del agua para su propio beneficio y además construye la hipótesis de crecimiento de la ciudad de Caracas que supera la tesis de la historiografía tradicional.

Para el destacado presentador del acto de bautizo del ejemplar, el escritor Héctor Torres Casado, la construcción de la obra se enmarca desde 1567; aportando datos recientes encontrados por Vargas Arenas y Sanoja como arqueólogos, investigadores e historiadores.

La homenajeada de la Filven contó que tuvo la oportunidad de excavar una casa de habitación de la familia Francisco de Miranda y encontró unos canales que eran parte de un sistema de distribución de agua. Logró detectar que a la familia Miranda no les llegaba el agua y si les llegaba, se les escapaba por otro lado.

“ El problema del agua ahorita en Caracas viene desde el mismo momento cuando los pueblos indígenas se ubicaron en territorios. No en el valle de Caracas porque eso no existía. Tenían que pelear para tener agua. Para aquel entonces, todo el Clero se apropió de la distribución del agua y se las negaba a la gente pobre”, expresó Vargas.

Asimismo, Torres Casado dejó claro que en el ejemplar también es posible encontrar descubrimientos de sus autores sobre la formación de Caracas; rebatiendo la hipótesis que se trazó desde el momento de su fundación.

“ Mientras Diego de Losada regresaba de fundar Caraballeda, su agrimensor Diego de Henares se encargaba de nivelar el terreno y de trazar calles y solares, pero de eso, no hay ni una sola prueba; entonces es una suposición que se soporta en las instrucciones y que quienes firman el libro “el agua y el poder” se encargan de aclarar”, comunicó.

Aportes como los antes mencionados, se pueden encontrar en la impecable obra de Vargas y Sanoja; sustentada por evidencias arqueológicas que se pueden tocar, medir y referenciar. Pruebas, además no tienen más de 25 años de ser encontradas.