Son simbolismos de lo que se siente y se padece
Todo lo humano lleva de forma intrínseca los contrastes. Se pudiera decir que hay un contrapunto permanente en los mecanismos del movimiento vivencial.
Aire, angustia, dolor, tristeza, vuelo, gozo, deleite, profundidad, estremecimiento… Cada una de estas palabras, en su concepto, a simple vista disímiles o inconexas, representa una voz o un silencio. Son simbolismos de lo que se siente y se padece:
IV
Como de tu boca la migaja.
No soy de ayer en sílabas
Para recoger un chasquido
grano que cae de amargo
Tumbado espero el alba
anocheciendo el ruido
de la paja en el ojo
Y el hacha se apaga
de tanta madera
cayendo cuando olvida.
Armar la diversidad de realidades para convertirlas en juegos líricos es toda una batalla mental. Este desafío verbal es una palpitante contienda lúdica para el poeta:
XII
Lo vi recostarse al alambrado
venía encima de la noche
herido
sin sogas
Como nacido de asombro
estropeado sin nadie en mí
Agujereado por la sangre
como si fuese un río
Después no voló
lo vi enterrarse en la mano
de un niño azul
cansado
de saliva en el ala.
El poemario Temblor de pájaros posee el encanto y la sustancia que nos permite degustar la belleza emanada del pesar y del suplicio. Ganador de la Bienal de Literatura Ramón Palomares 2019. La casa literaria Monte Ávila Editores nos dispone este libro para convidar con el autor, Simón Zambrano, y sus letras del deleite:
XXIV
De no ser partió la aguja
Tanto doblez en la costilla
y el sapo
Burbujas y dulce de leche
apretando la boca
Abrazo verdadero de humo.
La exploración de los sótanos del ser, bajo un conjunto de pensamientos recónditos, se navega de forma elocuente en Temblor de pájaros, conduciendo cual Caronte en las aguas de un Hades dionisiaco.
T/Ciudad CCS