El habla es un territorio común de la condición humana y expresión primordial de la comunicación. La articulación, la voz y la fluidez intervienen en un proceso que, aunque parezca automático y simple, se ejecuta por medio de mecanismos complejos de nuestra conformación biológica.
La oralidad como cultura es la transmisión de lo que se sabe, de lo que se vive y se experimenta. Desde allí se alimenta todo el entramado literario existente. Poetas y cantores (para mí son lo mismo) también registran su eco a través de letras escritas, pronunciadas desde el interior de su ser:
Somos nuestros pensamientos / nuestras ideas / estamos
hechos de lenguajes / de palabras / signos y símbolos /
los conceptos se apoderan de nosotros / construimos
nuestra identidad dentro de esa esfera de significados /
pero /¿en verdad es eso lo único que somos? / un día /
sin embargo / intentamos en silencio mirar lo que hay
detrás de nuestros propios ojos y el hallazgo aterroriza
o ilumina para siempre / contemplamos la intemperie
e intuimos que ya no somos / la vacuidad no es la nada
y también lo es / si logramos despojarnos del testigo / del
juez / el descubrimiento resulta / en su simplicidad / magnífico /
todo tiene significado y es entonces / perfecto…
Nombrar todas las cosas pareciera potestad de quienes vocalizan sonidos que construyen e interpretan una figura de la materialidad que los rodea. Y los poetas, cuando crean palabras que juegan con lo metafísico, replantean la realidad con otra visión de los elementos:
Principio
Om Tare Tutare Ture Soha
líquido y ceremonial
origen de esta orilla
en la que ahogado naces
isla perfecta del océano
y la cuenca viva
lugar de donde vienes
y a donde vas
hecho espuma
vapor y niebla
agua esencial que habita
la luminosa fronda
madre del alba
que extiendes los brazos
a los días y las noches.
Antología del decir, parte significativa de la obra poética de Luis Alberto Angulo, fue publicada merecidamente por Monte Ávila Editores en la Colección Altazor. La misma nos conduce a los espacios íntimos del suceso cotidiano.
Desde el decir observamos y compartimos con el otro, incluso con aquellos que están lejos de nuestra toponimia, como las víctimas que padecen por los pertrechos de los conflictos del poder oligárquico y transgresor:
Nos asombra que alguien escriba un poema
en el que se duda de nuestra visión de Dios,
pero no nos asombra que una confederación
de potencias haga la guerra y destruya a un país;
¿no es acaso eso el más feroz de los ateísmos?
Desde el decir, Luis Alberto se convierte en un combatiente del lenguaje. Asume el poema como arma. Sus Versos contra balas se posicionan en una confrontación asimétrica:
la espantosa realidad de la guerra
nada tiene que ver con esto,
dices tú;
nada puedes hacer, piensas,
con poemas;
la ocupación que quisieras
es la belleza y no la que te obliga
a escribir versos contra balas…
los asesinos saben, no obstante,
que la poesía es una justicia sin cuartel,
sin paredes, una bofetada al sinsentido;
por eso nos quieren a todos fratricidas,
arrancándole los brazos, los ojos,
el corazón, a quien sabemos, somos
nosotros mismos, huérfanos y aterrados;
nuestros versos son pequeñas rocas
que pueden liquidar a un gigante
y enterrarlo en la historia de su infamia;
por ello prevalecerán entre las ruinas
de la antigua ciudad sus letras vivas,
en medio de la noche encenderán
una hoguera hasta la llegada de la aurora.
Los decires del natural de Barinitas, tan elocuentes y a la vez sencillos, hacen que el pensamiento versátil sea un inventario de amorosos sentimientos. Sensaciones que se ejecutan al degustar su voluntad de compartir, de generar una integración del cuerpo con la mente y su emisión de imágenes dialécticas:
El no decir es la retórica y el juego de palabras
frente a los cuales la vida y el poema sucumben
sin encontrar poesía en ninguna parte. La palabra
sola no es palabra alguna, así la llenes de signos
oscuros y mágicos pases por doquiera. No pierdas
tu tiempo, pues es lo único que tienes. Por cada
instante sin sentido, mil veces regresará la inercia.
Escribe sin miedo, como puedas, desde el centro
y los bordes del mundo que también eres.
Luis Alberto Angulo evoca los orígenes de su pasión. Le canta a la esencia y causa de su existencia. La poesía del decir desciende desde sus confines vitales, razón por la cual estos versos, llenos de celebración, rinden homenaje al género que los inspiró:
Les debo todo a las mujeres
a la tierra y a la poesía
nombres femeninos
como patria y sabana
mar mente
muerte y vida.
Luis Alberto Angulo (Barinitas-Venezuela, 1950)
Escritor, docente y editor. Es un poeta de tendencia realista, experimental, perteneciente a la generación intermedia de los setenta y los ochenta. Antología de la casa sola (Fundarte, 1982), publicada por el poeta argentino venezolano Gabriel Rodríguez, su primera obra en sentido estricto, lo distancia del hermetismo vanguardista, de la poesía cartel y del coloquialismo puro, tendencias imperantes del momento. La colección de textos de Una niebla que no borra (1984) ratifica en su mayoría el vínculo con lo que ha llamado «poesía del decir» y que logra concretar con su poemario Antípodas (1994), del cual emerge su faceta de ironía y realismo sucio, señalada por el poeta Juan Calzadilla. Fusión poética (2000) integra toda su obra publicada hasta ese momento (con excepción del libro de coplas editado en coautoría) e incorpora el cuaderno De norte a sur. En 2005, Monte Ávila Editores Latinoamericana publica La sombra de una mano, una selección de su poesía en la que aparece completo el poemario Fractal. Luego, esa misma editorial publica Antología del decir (2013), que se inicia con los entonces inéditos Poética del decir e Imágenes del parque, donde fija su propuesta. Lo que el poeta venezolano delimita como decir está vinculado con el exteriorismo de Ernesto Cardenal, de quien ha publicado una antología en Monte Ávila y es prologuista de su obra poética completa en la Editorial Patria Grande de Buenos Aires.
Con información de Ciudad Ccs