Este reciente libro del escritor, artista plástico e historiador guatemalteco y costarricense Rafael Cuevas Molina, reúne 24 relatos, publicados con el sello Monte Ávila Editores este año.
Cuevas es autor de varias novelas que han sido galardonadas en Costa Rica y Guatemala, incluido el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias en 2021, con que su país natal le reconoce una importante trayectoria y aportes como escritor, investigador y como académico. Además ha publicado numerosos artículos y ensayos históricos y sociológicos de valioso análisis de la realidad latinoamericana.
“Sus novelas le han servido para hacer catarsis sobre sus experiencias de vida y percepciones políticas, pero también han cumplido una función política y sociocultural de guerra, pues le permiten vincular lo que sucede en la actualidad con lo que se recupera de la historia”, reseñaba una entrevista realizada por el Semanario UNIVERSIDAD en 2021, con motivo del otorgamiento del premio Miguel Ángel Asturias.
En efecto, en este volumen de cuentos, Cuevas retoma momentos dolorosos de la represión en Guatemala y de sus propias experiencias personales o cercanas.
Lo hace con ese estilo cuidadoso y depurado de un narrador ya curtido por más de 12 novelas publicadas, así como varios volúmenes de poesía y cuento.
Estos 24 relatos son obras cortas, apelaciones a la memoria y, a la vez, como un llamado de atención para no olvidar.
“ (…) los dueños de la vida y la muerte que escogían con desparpajo quién debía morir y determinaban la hora, el lugar preciso, el nombre de los ejecutores, los premios que recibirían y el lugar en el que los colocaría en el escalafón de la muerte”.
La mayoría de los relatos ocurren a finales del siglo pasado y tienen una reiterada evocación de la familia, como para sugerir que todos somos esa familia y que aquel dolor nos acompaña.
“Fue la pena, digo yo, la decepción de la gente, lo que se la llevó, y vaya que no se dio cuenta de lo que ha venido después…”.
No obstante, hay aquí también un cierto aire de esperanza, de que se hará justicia.
“Ah, general, qué mala suerte la suya, esforzarse tanto, hacer tantos méritos para estar en la lista de los más aborrecidos y, al final, terminar así, cargado como una masa informe y desparramada arrojada de cualquier forma en la sucia plataforma de una ambulancia enviada a la carrera desde un hospital de provincia en el que seguramente no habría nadie que supiera lo que se merece, y tener que transitar por ese camino infecto lleno de hoyos que terminó de matarlo de tanto aporrearse sin que hubiera nadie que, por lo menos, le pusiera un cataplasma en las picaduras más evidentes de esas abejas asesinas que lo persiguieron a través de la verde campiña como una nube de presagios funestos, como una venganza divina que le cortó el camino de vuelta…”.
La nostalgia es una convocatoria de los sobrevivientes que transmiten la voluntad de la vida “del verdor que ya estaba invadiendo todo”.